domingo, 26 de diciembre de 2010

AUN NO ES EL MOMENTO

“Todo el mundo elogia la victoria en la batalla, pero lo verdaderamente deseable es poder ver el mundo de lo sutil y darte cuenta del mundo de lo oculto, hasta el punto de ser capaz de alcanzar la victoria donde no existe forma.

No se requiere mucha fuerza para levantar un cabello, no es necesario tener una vista aguda para ver el sol y la luna, ni se necesita mucho oído para escuchar el retumbar del trueno”



Sun Tzu EL ARTE DE LA GUERRA

Al salir del ascensor vuelve a surgir un universo tosco, de gruesos olores y simples imágenes; un cartel indicando la frontera roja de la Unidad de Cuidados Intensivos, como si fuese posible olvidar en algún instante donde te encuentras de escalada durante los últimos días.

Se me viene a la mente la fotografía que Mama tiene colgada en la pared, donde estas suspendido de tus manos en una roca de granito, en una postura imposible, sujetándote a la pared, con el torso desnudo, apoyándote en un pie, viviendo al borde, acostumbrado a situaciones de riesgo, donde un pequeño desfallecimiento es sinónimo de hostia.

Se cierran las puertas de hierro y a la izquierda continua colgado del techo el cartel azul con caracteres grises, que informan del número de las habitaciones.

Los pocos que aguardan a que se abran las puertas, giran al unísono la cabeza para ver quien llega, y todos en un movimiento acorde retoman la conversación o el silencio roto por el recién llegado.

No me preguntes porque, pero he ido al cementerio esta mañana, necesitaba estar acompañado por el gélido silencio de la mañana soleada, desahogarme, solicitar justicia y advertir a cualquiera de todos los Dioses que se la tengo jurada.

Hace casi un mes y resistes, ahora detrás de la ventana del Circulo veo transitar la cuidad en una mañana bajo cero y me caliento las manos con la taza de café. Discurren los paso, los alientos vaporosos, el frotar de las manos en busca de calor; sonrisas y gestos serios, hay de todo. El tiempo transcurre entre gestos insignificantes, intento buscar un resultado que me satisfaga, pasan los minutos, las horas, los días y seguimos saboreando la incertidumbre, busco una mirada donde apoyarme y siempre la encuentro, pero nadie canta la tarara en voz alta para tranquilizarnos, joder Carlitos, quiero la tuya, no la de la familia ni la de los muchos amigos tuyos que he conocido durante estos días.

Todo tiende a normalizarse, a ser cotidiano, incluso los pitidos de todos los artilugios de la UCI, Madrid continua su transito diario mientras los putos “guiris” desenfundan sus cámara digitales inmortalizando … ¿EL QUE?, nadie lo sabe, pero se inmortaliza el futuro mediante las imágenes del presente, pues el futuro sin el "hoy" no es nada.

No es odio ni envidia, realmente es un sentimiento difícil de explicar, cuando veo transitar miradas, sonrisas y manos frotándose en busca de calor; pero sabes una cosa, Carlitos, durante estos últimos días me he dado cuenta que es un honor ser tu hermano.

domingo, 31 de octubre de 2010

ANUBIS HEAVEN

“¿Qué otra cosa esperas que surja de los territorios del sueño? … Son prácticamente los mismos que los de la muerte.”


"El palacio de los sueños " Ismail Kadaré


Tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, ya ha pasado un minuto.

Tictac, y un segundo, tictac, y otro, mientras Anubis vigila colgado de un fondo azul la aparición de una canción, tictac, ya van cinco; espera el Chacal que tenga un sueño para devorarlo y convertirlo en razón, tictac, tictac, y pasa el tiempo y no suena la canción, tictac, pero si sueño, y del sueño revivo, tictac, ya son tres años, tictac y un segundo, tictac; y tu mirada sobre Manhattan no me hace daño, tictac.

No tengo los ojos cerrados, tictac, mientras hago el amor prefiero tenerlos abiertos, tictac, no se si sueño, tictac, tictac, pero de la sonrisa y del tacto de tu piel resurges, tictac, porque ahora intuyo de donde sopla la muerte y te aseguro que no es vecina de mis sueños, tictac, retrocedo, tictac, han pasado apenas cinco horas de estar juntos, tictac, y está mojado el suelo, Anubis se relame el hocico, tictac, y del reflejo del neón sobre el asfalto húmedo, because I´ll always be yours, forever; and tomorrow Manhattan will be our.

Tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac, tictac.

Y ahora dentro de un rato voy, y me despierto.

Buenos días, tictac.

domingo, 25 de julio de 2010

Maldito Chaman


Hotel room Edward Hooper
Maldito chaman, llevo recorriendo la kingsize durante horas y no encuentro el sueño, aparecen bostezos, fumo un cigarro y me acuesto, así en una noria continua y llega el momento que no hay corderitos que contar. Vuelvo a la cama y siento la sensación de Crusoe antes de que arribara Viernes a la isla.

Me dan las siete sentado frente a la ventana y aún una luz en la azotea de un edificio lejano manda mensajes en Morse, antes de que la primera luz del día sobre el bosque de Chapultepec la haga desaparecer.

Huevos ahogados en salsa de chipotle, frijoles y tocino, dos vasos de jugo de naranja, café con crema y un cestillo de panecillos.

Examino adormecido el arte que tiene el mexicano en el desayuno y me quedo embobado observándoles. Es un “don”, algo genético, cultural; disfrutan el desayuno ojeando el diario, conversan, mueven la comida colocándola en el plato, tomándose el tiempo adecuado y necesario para preparar el siguiente mordisco, afinando el ritmo exacto entre la palabra y el bocado.

Eligen perfectamente las distintas cosas en el plato y las miman, haciendo del desayuno el momento más agradable del día.

Consigo dormir apenas dos horas antes de disfrutar de una ducha de las que hacen historia, disfruto el agua hasta que los dedos se arrugan.

Comemos en el Hooter, sobre Insurgentes sur, a unas cuadras de donde tendremos la junta por la tarde. Sin comentarios sobre las meseras y menos mal que las chelas sofocan los efectos de la salsa Chernobil que acompaña las alitas.

Durante la junta descarga el aguacero sobre DF, que ha dejado las calzadas anegadas, truenos que incluso a Tlaloc hacen guarecerse.

Los carros hacen saltar los charcos en el asfalto; entre pasos elevados y el ordenado caos de cruces y semáforos transitamos tras una caravana de colectivos de parada continua, asombrado con la técnica desarrollada por los defeños para subir y bajar en marcha, sin sufrir ningún percance. Da igual la edad o el sexo, el numero de pasajeros; suben y bajan al camión sin que este llegue a detenerse totalmente.

Casas coloniales que en su día habitaran Frida Kahlo, León Trotski o Diego Rivera en Coyoacan, donde parece que se esté en otra ciudad, casas de estilo colonial con fachadas de colores que sobreviven al asfalto.

Paseamos por la plaza del Centenario, con el suelo aun mojado, arriates con árboles y aligustre, rodeados de bancos de hierro forjado donde un chavo afina la guitarra o una pareja mece un carrito.

Ojeo la carta, jamás supuse que podían existir tantos tipos de mezcal; al preguntar al capitán para que me recomendara, este me descubre una cultura mezcalera inimaginable de los distintos tipos de licores destilados en función del tipo de planta, de las mas pequeñas y agrupadas, las que crecen entre las rocas y otras de hoja mas abierta.

Sentado en la terraza del “Corazón del Maguey” el mesero me trae un platillo de chapulines, aguacate y tortas, descubriéndome de nuevo los olores y sabores específicos del mezcal que me sirve.

México vive en las plazas y calles, haciéndose una tarea difícil describir todas y cada una de las vidas que franquean la plaza, permanecen, hablan, saludan y abrazan, pues México abraza dulce en cada espacio.

La vela centellea y hace resplandecer el mezcal proyectándo sobre la madera de la mesa una luz dorada.

Anochece en Coyoacan y comienza a relampaguear, apuro la bebida y pido la cuenta.

miércoles, 21 de julio de 2010

DIA 1

“Aquel encuentro extraordinario y fascinante fue a la vez una gran lección de humildad. Sí, el mundo enseña humildad, pues regresé de aquel viaje con el sentimiento de vergüenza por mi falta de conocimientos, por la insuficiencia de mis lecturas, por mi ignorancia.

Aprendí que una cultura distinta no nos desvela sus secretos tan solo porque así se lo ordenásemos, y que antes de encontrarnos con ella era necesario pasar una larga y sólida preparación”

VIAJES CON HERODOTO Ryszard Kapuscinski

De nuevo todo comienza retrasando siete horas el reloj nada mas pasar el control de pasaportes, buscar la puerta de embarque y remover en la mochila añejos recuerdos.

Esperan doce horas de vuelo y una bandeja de raviolis rellenos y ensalada; sincronizando la estrechez de los asientos con el compañero de viaje al final conseguimos no mancharnos atacando la bandeja los dos a la vez, no hace falta ni mirarnos a los ojos para poder terminar de comer limpios.

Salvo un tramo con fuertes turbulencias todo transcurre de ordinario, libros, música, paseos y estiramientos en el pasillo y un par de whiskys con hielo.

El avión se aproxima al aeropuerto y la ciudad se ve mojada, las montañas cercanas aparecen con un velo de nubes blancas y los carros malviven en un Periférico continuamente retenido.



Tres almohadones de plumas y una cama Kingsize emiten una llamada hipnotizante después de soportar además una hora en el control de inmigración y todo para que el pinche funcionario rompiera el acuerdo tácito y pusiera el sello de llegada en una hoja del pasaporte ya usada.

Increíblemente Periférico y Reforma estaban prácticamente despejados y según dejo la maleta en la habitación aún saboreo la negra modelo refrescándome el paladar del sabor a chile poblano que de guarnición acompaña al bife de chorizo del “cambalache” en Polanco.

Las pálidas luces y la tormenta hacen que el concreto en los edificios reluzca como si de cristal se tratase. Es domingo por la noche y la ciudad se recoge en sus íntimos aposentos.

Una ducha, dos cigarros y desde la planta 23 el Distrito Federal late adormecido bajo las bombillas de oro viejo que la ocultan.

domingo, 6 de junio de 2010

SIMILITUDES

“¡Guardad en secreto vuestras palabras divulgadas!

Él conoce perfectamente lo que encierran los pechos.”

Corán Sura 67


Sobre la alfombra raída por el tiempo una mesa con incrustaciones de cristales de colores y bajorrelieves de caracolas y avestruces. Un vaso con rastros de té seco, un incensario de arena con forma de pájaro, unas hojas de hierbabuena acartonada y poca luz en la cueva donde el derviche gira sin moverse con los brazos ligeramente levantados y la cabeza casi apoyada en el hombro derecho, queriéndose unir a un dios inexistente con el que nunca podrá recitar palabras y frases consagradas.

Y como la bailarina de la caja de música que mi hermana siempre quiso tener, comienza la danza levantando las manos sobre la cabeza tocada por un gorro de felpa, girando sobre el vuelo del faldón blanco que cubre sus piernas.
Recostado contra la pared se me duermen las piernas mientras le contemplo, colgado en el tabique de enfrente un cuadro con cristal de un Sha sentado en un trono de piedras preciosas, Fatih Ali Sha el de las manos de frágiles dedos y larga barba negra, que cubre el rostro de delicada mirada abierta.

Un portalámparas de bronce y un pergamino con un verso del poeta Hafiz escrito para la preferida del sultán omeya:

في العينين والجبين من ثقتي أنا أحب قلبي وروحي.تعال ، تعال وانظر الإطار انحني اجلالا واكبارا*




Termina el baile y se sienta junto a mí, compartiendo un sorbo de agua fresca de la cantimplora de barro cocido que lleva colgada a la cintura.



Acaba de meterse el sol tras la explanada, sentado en un bordillo de cemento me fumo un cigarro de “maría”, hace demasiado calor para un tequila sin cerveza y frente a mi, miles de personas, demasiadas espaldas y culos saltando, demasiadas tetas revolconas, ¡como para acercarme al escenario, abrirme paso entre tanto sobaco y culo destilando cerveza caliente!, prefiero quedarme atrás, mirando pasar a un tipo con tres cordones de oro, de distintos calibres colgados del cuello, gafas negras de sol con cristales descomunales y patillas anchas; moreno de cabello, un poco de melena y los laterales sobre las orejas rapados al uno; camiseta lorzera de tirantes, de color azul y finas rayas blancas, pantalón corto y chanclas de dedo; en la mano derecha dos anillos y en la muñeca una esclava de oro blanco.

Acaba de meterse el sol, trompeta, trombón y timbales ¡menos mal no son los Chichos!, un ritmo de continuo temblor

“Ven y critícame
Yo soy así
Así nací
Yo soy así
Pues porque sí…
… me gusta ver la televisión
Mientras me toco los güevos
Siempre sufro de insomnio
Le tengo miedo al matrimonio
Antes de casarme
Prefiero pelear con veinte demonios
Morir de sobredosis
Tirarme a diez parapléjicas
Ven y critícame” **



Una escribanía de madera de nogal, taraceas de hueso y madreperla, con arabescos, flores y dibujos con la estrella de David.

El derviche sigue sentado a mi lado con el faldón desplegado por encima de los cojines y almohadones sobre los que nos recostamos, los incensarios humean desinfectando el aire y las moscas sobrevuelan sin descanso narices, parpados y labios.

Hace un calor pesado incluso en la penumbra de la cueva y el sol continúa garabateando dibujos con el polvo del aire.



“One image … one voice … The last girl on Earth”

Como en una fundición, perlas de fuego caen del cielo sobre el escenario y la estridente guitarra eléctrica acompasa los movimientos de dos interminables piernas desnudas, coronadas por una cabeza con panocha colorada.

Ya es completamente de noche y me duele el culo en el bordillo, una hormiga se mueve entre mis zapatos, me dan ganas de pisarla, no me contengo.

Un arpegio chillón y estrepitoso sale del mástil de la guitarra, tocado por uno dedos de uñas pintadas de negro.

“You had my heart.
And we'll never be world apart.
They be in magazines.
But you'll still be my star.
Baby, cause in the dark.
You can see shiny cars.
And that's when you need me there.
With you I'll always share.
Because..” ***



Desde la puerta de la cueva en la ladera de la loma, se ve un camino serpenteante entre piedras y arena, todo del mismo color, Alá se olvido de los colores en esta tierra.

Sin apelmazarse pero sin interrumpirse, por el camino a la Kasba de la Meca transitan los peregrinos, en la misma dirección y con el mismo “sinsentido”, portando lo poco o lo mucho que necesitan para el viaje.

Entro en la cueva y el derviche continúa canturreando las mismas frases perdidas sin sentido.

Sobre la mesa una concha con versos del Corán grabados con nácar y un astrolabio de bronce que tomo y guardo en la mochila, quizás con el uso aprenda a buscar el rumbo. Salgo a la puerta y en el camino justo bajo mis pies una mujer con velo negro sobre la cabeza tira de un burro.



Son casi las doce y Cenicienta no ha venido a la explanada, el escenario está vacío y ochenta mil culos sudorosos y tetas revolconas permanecen de pie esperando que aparezca la estrella.

Palpo la mochila, aseguro el astrolabio, esto no se aguanta ni con litros de absenta, me voy a casa, me asusta estar rodeado de tanto burka.


*“A los ojos y frente de mi amada he confiado mi corazón y mi alma.
¡Ven, ven y contempla el arco y la ventana!

**Calle 13 “ven y critícame”

*** Tuviste mi corazón
Nunca jamás seremos mundos separados
Estarás en las revistas
Pero tu seguirás siendo mi estrella
Baby porque en la oscuridad
No podrás ver coches brillantes
Ahí es cuando tu me necesitas
Contigo siempre compartiré
Porque... Rihanna “umbrella”

jueves, 29 de abril de 2010

¡¡¡¡¡TE QUIERO ATLETI!!!!


Atleti, Atleti, Atlético de Madrid,
Atleti, Atleti, Atlético de Madrid,
Jugando, ganando, peleas como el mejor,
porque siempre la afición,
se estremece con pasión,
cuando quedas entre todos campeón,
y se ve frente al balón,
un equipo de verdad,
que esta tarde de ambiente llenará.

MUTISMO

“Un perro muerto es más silencioso que una casa en una llanura, que una silla en una habitación vacía”

PER PETTERSON “Yo maldigo el río del tiempo”


¿Desde cuando están indiferentes y desidiosos, inmóviles, con la mirada perdida en ningún sitio, inconcreta y borrosa por unas cataratas rocosas? Salpicados de motitas negras, estáticos, plantados en la repisa, los búhos parecen interrogarme, traspasando su única función meramente decorativa y se toman por su cuenta el derecho de encuestarme sobre mi existencia.

A mis casi cincuenta, cuando ya he aceptado el papel que otros me han asignado, cuando he aprendido a escuchar la música que otros tocan y los segundos planos son los salones por donde transito y me desenvuelvo; ahora, en la mitad de mi vida descubro que me gusta cruzar miradas, repletas de lujuria, con hombres a los que antes no habría prestado atención por el temor a descubrir que no produzco deseo.

Y en el silencio me hallo en otros universos, aprendiendo a quitarme el sentimiento de culpabilidad, cuando él me acaricia y yo no le respondo, pues prefiero rememorar los besos del otro distinto al que me comprometí hasta la muerte.

El autobús intenta devolverme a la repisa y me resisto a que la cabeza vuelva a obedecerme. Siento la piel, mis labios, las piernas, porque el mundo es algo distinto a la estantería plagada de libros y atestada de figuritas, ornatos y composturas, porque no admito que “la humedad es algo que se seca y se olvida”

sábado, 10 de abril de 2010

EXPUESTOS

“Baldabiou siguió escuchando, en silencio, hasta el final, hasta el tren de Eberfeld.

No pensaba en nada.

Le hizo daño, al final, como Herve Joncour decía en voz baja.

- Ni siquiera llegue a oír nunca su voz.

Y al cabo de un momento. En voz baja.

- Morir de nostalgia por algo que no vivirás nunca.

Recorrieron el parque uno junto al otro. Lo único que Baldabiou dijo, fue

- Pero ¿Por qué diablos hace este maldito frío? “

ALESSANDRO BARICCO “Seda”

Meninas sin rostro contemplan el escenario colgadas sobre un fondo malva, sin mirada, incluso sin ojos; sin sonrisa, incluso sin labios; esperando que ocurra algo, que las aspas del ventilador colgado del techo comiencen a girar, que alguien entre por la puerta, que el volumen de la televisión suba de improviso, que la portezuela de la cocina comience a batir.

Juntas, como copas de vino dadas la vuelta, vestidas por el pincel egoísta de colores absurdos y bordados nacarados, las meninas no sujetan nada entre sus manos. Con los cabellos cardados por el óleo, diademas y flores, sin pies; permanecen colgadas cada una en su lienzo observando al tipo que esta sentado al fondo, junto a la mesa con los restos de lasaña de atún y albóndigas, que acaba de comer.

Mira los cuadros, esperando también él que algo ocurra, garabateando con los dedos las migas de la mesa, escuchando un saxo con sordina que bandea entre las paredes malvas.



Como en un viaje astral a través de un cielo azul-triste, sin ni siquiera nubes ni pájaros, en una urbanización de casa bajas con tejados puntiagudos de pizarra, las fachadas blancas y las calles de escuadra y cartabón; jardines de frío césped sin bicicletas abandonadas, ventanas blancas con visillos color pastel vigilando las entradas olvidadas, donde Romeo nunca escalará un hiedra ficticia y olvidada; una brisa sin aromas a basura abandonada y que decir ni siquiera a horno de leña, no es Sotosalbos.



Cuando se despertó
No recordaba nada
De la noche anterior,
Demasiadas cervezas
Dijo al ver mi cabeza
Al lado de la suya en la almohada
Y la bese otra vez
Pero ya no era ayer
Sino mañana

Y un insolente sol
Como un ladrón entró
Por la ventana (*)

Garrapateando un sin sentido sobre el vaso de whisky con hielo, una menina con sonrisa sale de la cocina, diferente, con una falda sin miriñaque y botas sin tacón, una blusa de caracolas marrones, regalándole seguridad con su sola presencia, rompiendo vínculos a cada paso, contoneando su cuerpo sin igual, en movimientos exclusivos y sin estridencias y a cada pisada, un avance en retroceso sin disimulo.



Un jolgorio de trinos entre las lapidas de un camposanto donde los pasos se pierden en la primavera recién germinada y en la lapida mas sombreada una necrológica aún caliente “Menos mal que fui algo mas que un par de polvos”.

Y esta racha de amor
Sin apetito
Los besos que perdí
Por no saber decir
Te necesito.

Y la vida siguió
Como siguen las cosas
Que no tienen sentido

Una vez me contó
Un amigo común
Que la vio
Donde habita el olvido. (*)


(*) Donde habita el olvido (Joaquín Sabina)

jueves, 25 de febrero de 2010

CONFESION

“GRACIAS A LA MANZANA DE EVA, HOY PODEMOS DISFRUTAR DE TODO LO QUE EL PARAISO OCULTABA: EL WHISKI, EL SEXO SIN FRENO, LAS FABES CON ALMEJAS, LA CERVEZA, EL DESAMOR, LA LASAGNA DE ATUN, EL LLANTO, LA POESIA, LAS CANCIONES DE SABINA, LA ENVIDIA SANA…; DE NO SER POR LA MANZANA AHORA ESTARIA DESNUDO, ABURRIDO”

Ernesto Durruti


Durante todos estos años no he querido contradecir lo que las versiones oficiales dicen de lo que ocurrió aquel día. Los profetas, los Mesías, después apóstoles y juglares, fueron relatando los hechos y poco a poco se fueron transformando, para terminar siendo algo que en absoluto fue lo sucedido.

Mi vanidad y el hecho de estar en los altares, siendo nombrado por millones de voces, vanagloriado, me ha impedido contar lo que quizás fue el mayor de mis errores; dejar que santones, reyes autocoronados en mi nombre, salvadores de patrias y de almas, humildes que esperan que aparezca para mitigar sus desdichas, necias plañideras entoquilladas que a golpe de pecho esperan ser salvadas de sus pecados ocultos; hayan manoseado la historia a su favor.

Pero hace algunos días, desde que leí a Durruti, siento la necesidad de que la verdad de lo acontecido aquellos días, salga a la luz.

Durante los primeros seis días apenas descanse, fueron momentos vertiginosos, modelando, engendrando, designando, legitimando y nombrando lo que iba apareciendo: El firmamento, los planetas, el mar, las sombras proyectadas por el Sol, las plantas; todo en un caos reglado y tranquilo; pudiendo contemplar al séptimo día un orden cuasiperfecto.

Y en un pequeño reducto de todo aquello, Ellos vivían tranquilos, rodeados de manantiales y faisanes, protegidos por altas cumbres de fieras y alimañas, provistos de todo lo necesario en un clima benigno vivían y yacían a diario.

Me sentía orgulloso de tanta armonía y durante mucho tiempo conversábamos acerca de casi todo y de nada. Al cabo del día Ellos estaban a solas y luego cuando nos encontrábamos me narraban sus descubrimientos, encontrando en cada uno de ellos algo nuevo incluso para mi.

Ella era hermosa, de piel suave y sin pliegues, de ojos verdes, deslumbrantes; de labios finos y rosados. Su pelo liso cayendo sobre su pecho que a menudo dejaba asomar unos pezones duros y de piel oscurecida. De caderas redondas y nalgas apretadas, el vientre liso sobre su pubis pelirrojo.

Su conversación era amena y su afán por comprender desmesurado; cuando la oía contarnos las cosas, descubría detalles ignorados y pasados por alto. Perspicaz e ingeniosa, incansable, adorable, cuando me encontraba con Eva esperaba ansioso sus relatos.

Adán, de cabellos azabaches y ensortijados, de piel oscura y ojos negros, labios carnosos, rojizos y dientes blancos; sonriente, apenas sin palabras en su mirada. De cuello fino y hombros estrechos, el pecho y el vientre abultados, su prepucio dejaba entrever un glande vigoroso.

Reservado, tímido, inseguro, de pocas palabras, con afán por comprender, permanecía atento a las descripciones de Eva.

Durante muchas tardes conversábamos y Eva relataba como una lagartija permaneció inmóvil durante horas sobre una roca bajo el Sol, o bien como había estado sentada en la arena de la playa contemplando la espuma de las olas, esperando que en algún momento se repitiera el sonido al romper sobre la arena.

Adán permanecía atento, callado y en su mirada se reflejaba su afán por imaginar aquellas cosas.

Me sentía a gusto a su lado y poco a poco fuimos madurando, los veía caminar juntos y me sentía orgulloso de aquella armonía.

Al pasar del tiempo cada día esperaba con ansiedad el encuentro, necesitaba del calor de su presencia, del timbre de su voz y el roce de su mirada.

Pero un día no aparecieron, a la mañana siguiente salí a su encuentro, recorrí las sombras y los pastos, las lomas, los senderos… los encontré bajo un manzano junto al riachuelo, estaban sentados, abrazados, uno frente al otro, Eva con la cabeza sobre el hombro de Adán, mordisqueándolo, sus piernas rodeaban las caderas de Adán y el gemía suavemente, mientras apretaba sus nalgas y la sostenía dentro de su cuerpo con su sexo.

La cólera, la furia; estaban haciendo el amor, la rabia, la saña y a la vez la impotencia, la decepción pues hubiera querido ser yo el que gozara haber estado rodeado por los brazos de Adán.