jueves, 29 de abril de 2010

MUTISMO

“Un perro muerto es más silencioso que una casa en una llanura, que una silla en una habitación vacía”

PER PETTERSON “Yo maldigo el río del tiempo”


¿Desde cuando están indiferentes y desidiosos, inmóviles, con la mirada perdida en ningún sitio, inconcreta y borrosa por unas cataratas rocosas? Salpicados de motitas negras, estáticos, plantados en la repisa, los búhos parecen interrogarme, traspasando su única función meramente decorativa y se toman por su cuenta el derecho de encuestarme sobre mi existencia.

A mis casi cincuenta, cuando ya he aceptado el papel que otros me han asignado, cuando he aprendido a escuchar la música que otros tocan y los segundos planos son los salones por donde transito y me desenvuelvo; ahora, en la mitad de mi vida descubro que me gusta cruzar miradas, repletas de lujuria, con hombres a los que antes no habría prestado atención por el temor a descubrir que no produzco deseo.

Y en el silencio me hallo en otros universos, aprendiendo a quitarme el sentimiento de culpabilidad, cuando él me acaricia y yo no le respondo, pues prefiero rememorar los besos del otro distinto al que me comprometí hasta la muerte.

El autobús intenta devolverme a la repisa y me resisto a que la cabeza vuelva a obedecerme. Siento la piel, mis labios, las piernas, porque el mundo es algo distinto a la estantería plagada de libros y atestada de figuritas, ornatos y composturas, porque no admito que “la humedad es algo que se seca y se olvida”

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