domingo, 6 de junio de 2010

SIMILITUDES

“¡Guardad en secreto vuestras palabras divulgadas!

Él conoce perfectamente lo que encierran los pechos.”

Corán Sura 67


Sobre la alfombra raída por el tiempo una mesa con incrustaciones de cristales de colores y bajorrelieves de caracolas y avestruces. Un vaso con rastros de té seco, un incensario de arena con forma de pájaro, unas hojas de hierbabuena acartonada y poca luz en la cueva donde el derviche gira sin moverse con los brazos ligeramente levantados y la cabeza casi apoyada en el hombro derecho, queriéndose unir a un dios inexistente con el que nunca podrá recitar palabras y frases consagradas.

Y como la bailarina de la caja de música que mi hermana siempre quiso tener, comienza la danza levantando las manos sobre la cabeza tocada por un gorro de felpa, girando sobre el vuelo del faldón blanco que cubre sus piernas.
Recostado contra la pared se me duermen las piernas mientras le contemplo, colgado en el tabique de enfrente un cuadro con cristal de un Sha sentado en un trono de piedras preciosas, Fatih Ali Sha el de las manos de frágiles dedos y larga barba negra, que cubre el rostro de delicada mirada abierta.

Un portalámparas de bronce y un pergamino con un verso del poeta Hafiz escrito para la preferida del sultán omeya:

في العينين والجبين من ثقتي أنا أحب قلبي وروحي.تعال ، تعال وانظر الإطار انحني اجلالا واكبارا*




Termina el baile y se sienta junto a mí, compartiendo un sorbo de agua fresca de la cantimplora de barro cocido que lleva colgada a la cintura.



Acaba de meterse el sol tras la explanada, sentado en un bordillo de cemento me fumo un cigarro de “maría”, hace demasiado calor para un tequila sin cerveza y frente a mi, miles de personas, demasiadas espaldas y culos saltando, demasiadas tetas revolconas, ¡como para acercarme al escenario, abrirme paso entre tanto sobaco y culo destilando cerveza caliente!, prefiero quedarme atrás, mirando pasar a un tipo con tres cordones de oro, de distintos calibres colgados del cuello, gafas negras de sol con cristales descomunales y patillas anchas; moreno de cabello, un poco de melena y los laterales sobre las orejas rapados al uno; camiseta lorzera de tirantes, de color azul y finas rayas blancas, pantalón corto y chanclas de dedo; en la mano derecha dos anillos y en la muñeca una esclava de oro blanco.

Acaba de meterse el sol, trompeta, trombón y timbales ¡menos mal no son los Chichos!, un ritmo de continuo temblor

“Ven y critícame
Yo soy así
Así nací
Yo soy así
Pues porque sí…
… me gusta ver la televisión
Mientras me toco los güevos
Siempre sufro de insomnio
Le tengo miedo al matrimonio
Antes de casarme
Prefiero pelear con veinte demonios
Morir de sobredosis
Tirarme a diez parapléjicas
Ven y critícame” **



Una escribanía de madera de nogal, taraceas de hueso y madreperla, con arabescos, flores y dibujos con la estrella de David.

El derviche sigue sentado a mi lado con el faldón desplegado por encima de los cojines y almohadones sobre los que nos recostamos, los incensarios humean desinfectando el aire y las moscas sobrevuelan sin descanso narices, parpados y labios.

Hace un calor pesado incluso en la penumbra de la cueva y el sol continúa garabateando dibujos con el polvo del aire.



“One image … one voice … The last girl on Earth”

Como en una fundición, perlas de fuego caen del cielo sobre el escenario y la estridente guitarra eléctrica acompasa los movimientos de dos interminables piernas desnudas, coronadas por una cabeza con panocha colorada.

Ya es completamente de noche y me duele el culo en el bordillo, una hormiga se mueve entre mis zapatos, me dan ganas de pisarla, no me contengo.

Un arpegio chillón y estrepitoso sale del mástil de la guitarra, tocado por uno dedos de uñas pintadas de negro.

“You had my heart.
And we'll never be world apart.
They be in magazines.
But you'll still be my star.
Baby, cause in the dark.
You can see shiny cars.
And that's when you need me there.
With you I'll always share.
Because..” ***



Desde la puerta de la cueva en la ladera de la loma, se ve un camino serpenteante entre piedras y arena, todo del mismo color, Alá se olvido de los colores en esta tierra.

Sin apelmazarse pero sin interrumpirse, por el camino a la Kasba de la Meca transitan los peregrinos, en la misma dirección y con el mismo “sinsentido”, portando lo poco o lo mucho que necesitan para el viaje.

Entro en la cueva y el derviche continúa canturreando las mismas frases perdidas sin sentido.

Sobre la mesa una concha con versos del Corán grabados con nácar y un astrolabio de bronce que tomo y guardo en la mochila, quizás con el uso aprenda a buscar el rumbo. Salgo a la puerta y en el camino justo bajo mis pies una mujer con velo negro sobre la cabeza tira de un burro.



Son casi las doce y Cenicienta no ha venido a la explanada, el escenario está vacío y ochenta mil culos sudorosos y tetas revolconas permanecen de pie esperando que aparezca la estrella.

Palpo la mochila, aseguro el astrolabio, esto no se aguanta ni con litros de absenta, me voy a casa, me asusta estar rodeado de tanto burka.


*“A los ojos y frente de mi amada he confiado mi corazón y mi alma.
¡Ven, ven y contempla el arco y la ventana!

**Calle 13 “ven y critícame”

*** Tuviste mi corazón
Nunca jamás seremos mundos separados
Estarás en las revistas
Pero tu seguirás siendo mi estrella
Baby porque en la oscuridad
No podrás ver coches brillantes
Ahí es cuando tu me necesitas
Contigo siempre compartiré
Porque... Rihanna “umbrella”

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