miércoles, 21 de julio de 2010

DIA 1

“Aquel encuentro extraordinario y fascinante fue a la vez una gran lección de humildad. Sí, el mundo enseña humildad, pues regresé de aquel viaje con el sentimiento de vergüenza por mi falta de conocimientos, por la insuficiencia de mis lecturas, por mi ignorancia.

Aprendí que una cultura distinta no nos desvela sus secretos tan solo porque así se lo ordenásemos, y que antes de encontrarnos con ella era necesario pasar una larga y sólida preparación”

VIAJES CON HERODOTO Ryszard Kapuscinski

De nuevo todo comienza retrasando siete horas el reloj nada mas pasar el control de pasaportes, buscar la puerta de embarque y remover en la mochila añejos recuerdos.

Esperan doce horas de vuelo y una bandeja de raviolis rellenos y ensalada; sincronizando la estrechez de los asientos con el compañero de viaje al final conseguimos no mancharnos atacando la bandeja los dos a la vez, no hace falta ni mirarnos a los ojos para poder terminar de comer limpios.

Salvo un tramo con fuertes turbulencias todo transcurre de ordinario, libros, música, paseos y estiramientos en el pasillo y un par de whiskys con hielo.

El avión se aproxima al aeropuerto y la ciudad se ve mojada, las montañas cercanas aparecen con un velo de nubes blancas y los carros malviven en un Periférico continuamente retenido.



Tres almohadones de plumas y una cama Kingsize emiten una llamada hipnotizante después de soportar además una hora en el control de inmigración y todo para que el pinche funcionario rompiera el acuerdo tácito y pusiera el sello de llegada en una hoja del pasaporte ya usada.

Increíblemente Periférico y Reforma estaban prácticamente despejados y según dejo la maleta en la habitación aún saboreo la negra modelo refrescándome el paladar del sabor a chile poblano que de guarnición acompaña al bife de chorizo del “cambalache” en Polanco.

Las pálidas luces y la tormenta hacen que el concreto en los edificios reluzca como si de cristal se tratase. Es domingo por la noche y la ciudad se recoge en sus íntimos aposentos.

Una ducha, dos cigarros y desde la planta 23 el Distrito Federal late adormecido bajo las bombillas de oro viejo que la ocultan.

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