jueves, 29 de abril de 2010

¡¡¡¡¡TE QUIERO ATLETI!!!!


Atleti, Atleti, Atlético de Madrid,
Atleti, Atleti, Atlético de Madrid,
Jugando, ganando, peleas como el mejor,
porque siempre la afición,
se estremece con pasión,
cuando quedas entre todos campeón,
y se ve frente al balón,
un equipo de verdad,
que esta tarde de ambiente llenará.

MUTISMO

“Un perro muerto es más silencioso que una casa en una llanura, que una silla en una habitación vacía”

PER PETTERSON “Yo maldigo el río del tiempo”


¿Desde cuando están indiferentes y desidiosos, inmóviles, con la mirada perdida en ningún sitio, inconcreta y borrosa por unas cataratas rocosas? Salpicados de motitas negras, estáticos, plantados en la repisa, los búhos parecen interrogarme, traspasando su única función meramente decorativa y se toman por su cuenta el derecho de encuestarme sobre mi existencia.

A mis casi cincuenta, cuando ya he aceptado el papel que otros me han asignado, cuando he aprendido a escuchar la música que otros tocan y los segundos planos son los salones por donde transito y me desenvuelvo; ahora, en la mitad de mi vida descubro que me gusta cruzar miradas, repletas de lujuria, con hombres a los que antes no habría prestado atención por el temor a descubrir que no produzco deseo.

Y en el silencio me hallo en otros universos, aprendiendo a quitarme el sentimiento de culpabilidad, cuando él me acaricia y yo no le respondo, pues prefiero rememorar los besos del otro distinto al que me comprometí hasta la muerte.

El autobús intenta devolverme a la repisa y me resisto a que la cabeza vuelva a obedecerme. Siento la piel, mis labios, las piernas, porque el mundo es algo distinto a la estantería plagada de libros y atestada de figuritas, ornatos y composturas, porque no admito que “la humedad es algo que se seca y se olvida”

sábado, 10 de abril de 2010

EXPUESTOS

“Baldabiou siguió escuchando, en silencio, hasta el final, hasta el tren de Eberfeld.

No pensaba en nada.

Le hizo daño, al final, como Herve Joncour decía en voz baja.

- Ni siquiera llegue a oír nunca su voz.

Y al cabo de un momento. En voz baja.

- Morir de nostalgia por algo que no vivirás nunca.

Recorrieron el parque uno junto al otro. Lo único que Baldabiou dijo, fue

- Pero ¿Por qué diablos hace este maldito frío? “

ALESSANDRO BARICCO “Seda”

Meninas sin rostro contemplan el escenario colgadas sobre un fondo malva, sin mirada, incluso sin ojos; sin sonrisa, incluso sin labios; esperando que ocurra algo, que las aspas del ventilador colgado del techo comiencen a girar, que alguien entre por la puerta, que el volumen de la televisión suba de improviso, que la portezuela de la cocina comience a batir.

Juntas, como copas de vino dadas la vuelta, vestidas por el pincel egoísta de colores absurdos y bordados nacarados, las meninas no sujetan nada entre sus manos. Con los cabellos cardados por el óleo, diademas y flores, sin pies; permanecen colgadas cada una en su lienzo observando al tipo que esta sentado al fondo, junto a la mesa con los restos de lasaña de atún y albóndigas, que acaba de comer.

Mira los cuadros, esperando también él que algo ocurra, garabateando con los dedos las migas de la mesa, escuchando un saxo con sordina que bandea entre las paredes malvas.



Como en un viaje astral a través de un cielo azul-triste, sin ni siquiera nubes ni pájaros, en una urbanización de casa bajas con tejados puntiagudos de pizarra, las fachadas blancas y las calles de escuadra y cartabón; jardines de frío césped sin bicicletas abandonadas, ventanas blancas con visillos color pastel vigilando las entradas olvidadas, donde Romeo nunca escalará un hiedra ficticia y olvidada; una brisa sin aromas a basura abandonada y que decir ni siquiera a horno de leña, no es Sotosalbos.



Cuando se despertó
No recordaba nada
De la noche anterior,
Demasiadas cervezas
Dijo al ver mi cabeza
Al lado de la suya en la almohada
Y la bese otra vez
Pero ya no era ayer
Sino mañana

Y un insolente sol
Como un ladrón entró
Por la ventana (*)

Garrapateando un sin sentido sobre el vaso de whisky con hielo, una menina con sonrisa sale de la cocina, diferente, con una falda sin miriñaque y botas sin tacón, una blusa de caracolas marrones, regalándole seguridad con su sola presencia, rompiendo vínculos a cada paso, contoneando su cuerpo sin igual, en movimientos exclusivos y sin estridencias y a cada pisada, un avance en retroceso sin disimulo.



Un jolgorio de trinos entre las lapidas de un camposanto donde los pasos se pierden en la primavera recién germinada y en la lapida mas sombreada una necrológica aún caliente “Menos mal que fui algo mas que un par de polvos”.

Y esta racha de amor
Sin apetito
Los besos que perdí
Por no saber decir
Te necesito.

Y la vida siguió
Como siguen las cosas
Que no tienen sentido

Una vez me contó
Un amigo común
Que la vio
Donde habita el olvido. (*)


(*) Donde habita el olvido (Joaquín Sabina)